Han pasado los hijos y nosotros seguimos siendo pareja
“El amor, la relación cambia, y eso no significará que la relación esté terminada”
– María Jesús Álava
Bienvenidos una vez más al Blog de Ayuda Psicológica en Línea, soy Fernanda Aliseda. En esta ocasión el artículo presente abordará un tema frecuente en la vida familiar y que resulta sustancial pensarlo. ¿Cómo mantener nuestra relación de pareja a pesar de convertirnos en padres?
Frente a todos los cambios, hay que recordar que la vida familiar se construye sobre la Conyugalidad y la Paternidad, las cuales se encuentran directamente relacionadas con las historias individuales de los sujetos. Es importante darse cuenta del vínculo generado en la pareja y cómo es alimentado a lo largo de los años, ya que como dice el Psicólogo Villegas (2011) “La pareja nace, vive y muere si no se cuida”.
En la sociedad Mexicana hasta hace unos años se acostumbraba ver que las personas se unían para formar una familia, no para vivir en pareja. Actualmente existe esta otra posibilidad – la vida en pareja ya sea con familia o sin ella – aunque en ambas situaciones es necesario generar reconocimiento mutuo, replanteamiento sobre el tipo de relación que se quiere construir y un sentimiento de pertenencia ante un proyecto común a futuro. Campo y Linares (2002) definen la pareja como: “dos personas procedentes de familias distintas que deciden vincularse afectivamente para compartir un proyecto común, lo que incluye apoyarse y ofrecerse cosas importantes mutuamente (un intercambio relacional relevante para ambos), en un espacio propio que excluye a otros pero que interactúa con el entorno social”.
Ante la llegada de los hijos, la pareja comienza un viaje por nuevas experiencias rodeadas de miedos, inseguridades, responsabilidades y un ajuste en su vida. Repentinamente todas las personas a su alrededor tienen interminables historias y consejos sobre cómo educar a los hijos, o cómo deben de comportarse los nuevos padres, y dentro de la pareja comienzan las diferencias en la forma de crianza de cada uno, pudiendo traer problemas a la relación, que suelen empeorar si no se detienen a conversar sobre lo que está sucediendo.
“La relación de pareja está saturada de exigencias, es decir, a la pareja se le pide demasiado y las funciones parentales a veces la olvidan”
Ser padres es una tarea compleja y cansada que llega a ocupar tiempo y energía, ya que nunca es suficiente con solo educar a los hijos, sino que es un conjunto de factores los que se ven involucrados, de los cuales hemos estado analizando en los artículos anteriores: fomentar la comunicación asertiva, la familia como la escuela de valores, los estilos de crianza y la tarea socializadora del niño, entre otras. Por ende, se puede afirmar que los padres viven tensiones y exigencias hasta el punto de descuidar su relación de pareja debido a una vida más ocupada.
Diversas investigaciones han demostrado que un número importante de parejas experimenta con el nacimiento de los hijos un incremento de conflictos de pareja y una crisis conyugal (Pérez Cárdenas y cols, 2000) y/o un deterioro de satisfacción conyugal (Valdes, 2007). Sánchez y Díaz-Loving (1994) afirman que hay una disminución de la cercanía conforme las parejas tienen hij@s, y lo atribuye a que las parejas con hijos están menos satisfechas en términos de organización, dedicación, tiempo, reglas y economía que se requiere y se invierte en los hijos, restando tiempo, dinero y esfuerzo para la convivencia (Mendia, 2010).
Una recomendación que se puede dar para que no se deteriore la relación con el paso del tiempo es: comunicarse con su pareja diariamente. Esto puede lograrse si planifican el tiempo que pasan juntos, utilizando la creatividad al encontrar actividades que ambos disfruten y así darse cuenta de lo que está funcionando bien en la relación – conocer las emociones y necesidades del otro-.
La comunicación es una herramienta sumamente eficaz para alejar las discusiones y prevenir posibles enfados que se dan por el alto estrés y responsabilidades en las que se ven envueltos. Se sugiere hablar con la otra persona si nos topamos con algo que nos hace enojar o sentirnos incómodos, asegurándonos de hacerlo en el mejor momento posible, buscar hacer siempre un esfuerzo por entender el mundo de nuestra pareja tratando de evitar la irritabilidad y los impulsos temperamentales.
Al hablar de comunicación también se hace referencia a la No – verbal. Normalmente le ponemos atención más al lenguaje verbal a nivel conciencia, pero hay que recordar que el no – verbal impacta directamente a nuestras emociones, así que, seamos coherentes con lo que decimos y expresamos, y agudicemos la capacidad de observación para poder percibir los estados emocionales de nuestra pareja.
Algunas recomendaciones:
- Negociar y tratar de llegar a un acuerdo.
- Informar a la pareja la razón clara de su molestia.
- Evitar ser ambiguo.
- Evitar generalizar los comportamientos que no le agradan de su pareja para que este no se muestre a la defensiva.
- No traer malentendidos o discusiones pasadas al presente.
Errores frecuentes:
- Mantenernos a la defensiva.
- Interrumpir / no escuchar con atención lo que la otra persona dice.
- Permitir ataques a nuestra persona.
- Dejar sin terminar, no resolver situaciones críticas.
- Imponer lo que pensamos.
- Querer cambiar la forma de ser de nuestro compañero.
- Utilizar a los hijos en contra de la pareja.
Es importante aclarar que si las discusiones tuvieron lugar frente alguno de sus hijos, asegurarse que también estén frente en la reconciliación, ya que el niño aprenderá que cuando una pareja (o cualquier persona) discute no significa que dejen de quererse, dejándole así que genere sus impresiones con respecto a la resolución de conflictos haciéndoles saber que la pareja trabaja como un equipo, como cómplices, para que sean conscientes de que la vida no termina en ellos.
“Los retos, los desafíos, suponen una enorme satisfacción cuando se superan”
Encontrar y reequilibrar la balanza emocional en la vida conyugal es difícil pero no imposible, es sustancial no perder el control en situaciones delicadas, sino buscar la estrategia para la resolución de conflictos con el valioso fin de hacer responsables de sí mismos a los hijos y que llegue el día en que ellos sean adultos.
“Entre la pareja es necesario compartir los sentimientos, las desilusiones, el cansancio y los temores: expresarse lo que son el uno para el otro y sus diferentes expectativas recargará sus energías y aumentará su autoestima, lo que les ayudará a relacionarse mejor con su bebé y entre ellos mismos” (Belart y Ferrer, 1998).
Lectura Recomendada
Gracias por visitar nuestro artículo «La pareja después de los hijos», espero te haya resultado interesante y de utilidad. Cualquier duda y comentario estamos para ayudarte. ¡Hasta la próxima!