Decisiones para las indecisiones
“No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones”
–Steven Covey
Nos pasamos el día tomando decisiones, aunque no lo parezca. Sólo el hecho de levantarte de la cama por la mañana ya es una decisión que tomaste.
Cuando nos cuesta decidirnos es porque, básicamente, tenemos miedo a decidir la mala opción. Tenemos miedo a arriesgarnos, y por ello, las personas indecisas suelen necesitar en la mayoría de ocasiones la opinión de otra persona, para convencerse de cuál es la mejor opción.
Las indecisiones no son más que inseguridad. Y la inseguridad no es más que sobreprotección hacia nosotros mismos ¿Qué quiero decir con esto? Que no queremos sufrir. Todos queremos que las cosas nos salgan bien, pero una persona que es insegura tiene más miedo a cometer errores, ya que desconfía además de su propio criterio.
No tomar decisiones es peor que cometer errores. Porque de los errores se aprende, en cambio, dejando que los demás tomen las decisiones por nosotros, no. La vida no es perfecta, no podemos saber si nuestra opción llegará a ser buena, pero en determinadas situaciones tenemos que hacer frente a la toma de decisiones y podemos aprender a hacerlo.
Es por ello que os dejo con algunos trucos para tomar decisiones frente a las indecisiones:
- La importancia de cada opción: en ocasiones tenemos que elegir entre dos opciones que o no nos gustan nada o dos que nos gustan demasiado. ¿Cuál de las dos opciones te beneficia más? Esto lo puedes averiguar indicando los típicos pros y contras. Después, evalúa cada pro y cada contra del 1 al 10 según la importancia que tenga para ti. Según si los pros y los contras tengan más puntuación te servirá para poder tomar tu decisión.
- ¿Se puede devolver?: si te encuentras en una situación en la que puedes devolver el artículo sin ningún problema, llévatelo y medítalo en casa, no es bueno que estés una hora pensando si comprarlo o no, ya que esto aumentará tu estrés y nerviosismo, a la vez que aumentará tu inseguridad.
- Sin presiones: tal y como dice Sófocles: “las decisiones rápidas, son decisiones inseguras”. Es mejor pensarlo sin presiones, ya que éstas hacen que nos colapsemos aún más a la hora de tomar decisiones. Así que, tómate tu tiempo para pensarlo. Una buena forma de no quedarte “eternamente” pensando, es establecerte un periodo de tiempo, por ejemplo: “voy a tomarme unos 15 minutos para meditarlo”.
- Planifica tu horario: Ligado con lo anterior, ¿qué pasa si tenemos que tomar una decisión y estamos trabajando, o estamos realizando una acción que requiere en ese momento nuestra atención? ¡Que nos despistamos y nos ponemos nerviosos! En estos casos lo mejor es establecerse una especie de “hora para preocuparse” y así sabes que tienes ese tiempo para pensarlo y estar concentrado en el presente. Por ejemplo: “esta tarde al terminar de trabajar a las 20:00 me lo pensaré”.
- Elimina los aspectos triviales: Hay que tener en cuenta todas las valoraciones, pero para que no dificulte la toma de decisiones, ve eliminando aspectos banales y quédate con los más relevantes. Además, cuando vayas a comprar un producto no vayas a supermercados grandes, ya que habrá mucha más variedad y te saturará aún más. “Ah mira ese está a la mitad de precio, pero aquel tiene 0% materia grasa, mira pero aquel es más grande, pero…” ¡Menudo caos!
- Piénsalo en frío: muchas veces las emociones que tenemos en ese momento: la ira, la alegría, la tristeza, el miedo… nos hacen decir un SÍ demasiado pronto o un NO demasiado tarde. Mejor piénsalo con la cabeza templada, para recapacitar bien. De esta forma sabrás que tu elección no fue tomada a la ligera.
¡Por cierto! ¡No se acaba el mundo por tomar una mala decisión! Evita decirte “si hubiese elegido lo otro…” ya que nos predispone a dudar mucho más la próxima vez. Lo hecho, hecho está, y aprendemos de nuestras acciones. Te invito a leer el artículo APRENDER DE LOS ERRORES. ¡Te espero en el próximo post!