Doctor, ¿es mala la tristeza?
“El hilo de la vida se aflojaría si no fuera mojado con algunas lágrimas.”
– Pitágoras
¿A qué podría ser esto debido?
Nuestro desarrollo ha ido íntimamente ligado a la modificación de nuestro entorno, en tanto que lo hemos convertido en un lugar en el que sentirnos seguros y felices, sin más obstáculos que los salvables del día a día. En este último siglo, estamos comprobando el peligro y las consecuencias de ello, ya que hemos empezado a relegar una parte tan humana como la tristeza al “cajón del olvido”.
¿Es mala la tristeza per se?
El ser humano siempre ha convivido con ella como parte natural de la vida, dándole incluso un toque divino, percibiendo este mundo como un “valle de lágrimas” que se verían recompensadas con otra vida en el Paraíso mucho más amable. A medida que la sociedad ha creado un Estado del Bienestar en el que las oportunidades de una vida cómoda están al alcance de todos y no de unos pocos, la capacidad de sentir pena y sobrellevarla con entereza se ha visto muy afectada.
¿Es la tristeza algo de lo que huir?
¡Por supuesto que no! Es una parte de la vida tan valiosa como la felicidad, que nos avisa de que hay un evento que nos produce desasosiego o que amenaza nuestra estabilidad. Es la forma que tiene nuestro cerebro de avisarnos que algo no va bien o no ha ido como nos hubiera gustado, el paso previo al análisis del mismo y un aliado muy valioso para saber cuándo hemos superado esta crisis.
Evitar el dolor sólo lo hace más grande y le dota de una fuerza que no tiene. Sólo hacerle frente es lo que lo va a calmar. Es un proceso similar al que siguen las fobias: no enfrentarse a lo que nos da miedo hace que parezca tan peligroso que puede llegar a hacernos daño o incluso matarnos. Una vez enfrentado, se vuelve tan inofensivo como realmente es.
COMO ENFRENTARNOS A ELLO
La emoción negativa está ahí para ser sentida, pero hay que tener cuidado con ella. No hay que dejar que se instale dentro de ti, porque no querrá salir y nos alejará de la felicidad que es en última instancia lo que deseamos.
- Se asertivo
Es el momento en que debemos darnos un espacio para sentir estas emociones y no reprimirlas, si no mostrarlas. Somos seres humanos y tenemos derecho a sentirnos mal cuando las tornas de nuestra vida han cambiado para peor. No tienes que evitarlas, tus emociones están ahí porque tienes derecho a tenerlas y porque tienen un valor adaptativo. Muchas veces, es un duro golpe de la vida lo que nos hace avanzar y romper las cadenas que nos atan a nuestra zona de confort. Debemos poder hablar de ello en un tono respetuoso, con nosotros mismos y con los demás, y aceptar cómo nos sentimos.
- No caigas en el victimismo
La balanza no tiene que pasar de un lado a otro. La tristeza en ningún caso debe ser el medio que te permita reclamar la atención de las personas que están a tu alrededor, porque este comportamiento sólo conseguirá que uses este método (de forma consciente o inconsciente) para pedir ayuda. Volvemos al punto anterior ¡asertividad!
- Entiende qué es lo que te ocurre
El malestar viene dado por un conflicto que permanece sin resolver, y ahí es donde debemos incidir. Necesitamos buscar qué es lo que nos está haciendo mal, comprender el por qué y, elaborar un plan de acción para resolverlo. Por desgracia, los problemas no se resuelven solos, así que deberás poner mucho de tu parte, pero todo tiene recompensa.
Por tanto, no debemos sentir la tristeza como mala, sino como la plataforma que nos va a hacer crecer y comprendernos mejor a nosotros mismos.
Es una parte de la vida sin la que estaríamos faltos de algo, y esa falta son los tropiezos que nos devuelven al camino correcto y nos permiten conocer qué es lo que nos hace daño.
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E identificar qué es lo que no queremos volver a vivir o, incluso, la forma de que no se repita, ¿no es eso valioso, acaso? El fin último es poder mirar atrás y espetar un sonoro “¡pude con ello!”.