¿Qué esconde un trastorno de alimentación?
En la actualidad es muy común hablar de los trastornos de la alimentación (TCA) como una enfermedad, así como culpar al medio y a la sociedad de su prevalencia. Estamos acostumbrados a ver a las personas (generalmente mujeres jóvenes) que padecen este trastorno como gente superficial, interesada por el físico y preocupada por la imagen social, pero ¿cuán acertado es lo que sabemos de su vida, de su sufrimiento, de su lucha diaria con el cuerpo y la comida?
Si bien es un tema controversial y conocido por la influencia mediática, los TCA son mucho más que un conjunto de síntomas relacionados con la comida: la restricción (en el caso de la anorexia), el atracón y el vómito inducido (en el de la bulimia). Una persona con TCA se caracteriza por haber tratado de controlar de la mejor manera posible su vida tanto a nivel personal, como profesional o estudiantil (según él caso). Sin embargo, la vida no es como uno la planea idealmente y cuando las cosas se empiezan a salir de las manos y no se tiene una estructura de personalidad de base sólida, una identidad construida desde el interior y no con base a temas exteriores, la persona trata de controlar lo que le queda, es decir, su cuerpo, su comida.
Como lo hemos visto en el artículo “¿Somos lo que comemos?”, quien estructura su identidad en base a objetos y situaciones exteriores, al perderlas corre el riesgo de perderse en la situación. Si la persona se identifica a sí misma como el/la gerente de una empresa, ¿en quién se convierte frente a un despido? Si se presenta al mundo como la/el esposa/o de alguien, ¿qué sucede en caso de divorcio o de viudez? ¿Qué hacen los/las adolescentes que intentan tener más “likes” o “me gusta” en redes sociales para sentirse queridos cuando su foto no gusta lo suficiente? Son estas crisis de identidad las que pueden llevar a la adicción al trabajo, a la pareja, a las redes sociales y, en relación a la comida, a un TCA.
Cuando una persona está vulnerable en este sentido, un TCA puede encontrar un espacio para instalarse y empezar a crecer, dando al inicio señales leves enmascaradas de excusas aparentemente razonables del tipo “quiero cuidarme” o “comer saludable” y pensamientos mágicos como “necesito cafeína para funcionar”. Con el tiempo puede crecer hasta que la persona desarrolla pensamientos de tipo más irracional pero que para ella tienen mucho sentido como “si no soy flaca no me quieren”. Como lo explican las psicólogas María Contreras, Silvia Ortega y Edurne García del centro de Psicoterapia Vínculo en Madrid, la enfermedad es tan paradójica que empieza apoderarse de la persona, ser el centro de su atención, consumir poco a poco su tiempo y sus pensamientos hasta aislarla socialmente y llevarla a límites que nunca imaginó como robar comida en un impulso de atracón o llevar dietas al extremo de la inanición durante días.
El trastorno encuentra tierra fértil en el vacío de la personalidad y se asienta en la baja autoestima, en los problemas de gestión de ansiedad, en los rasgos dependientes y en el conflicto de identidad. Estos rasgos profundos de fondo son los que no se ven. La persona muestra al mundo su cuerpo extremadamente delgado que, como explica la Cruz Roja en su manual de anorexia y bulimia, conlleva consecuencias tanto psicológicas como fisiológicas. Su gravedad depende del tiempo, la duración y la evolución del trastorno.
Por la constante información que se recibe en los medios sobre este tema, es común estigmatizar a quien padece este trastorno. Sin embargo, es importante aclarar que la persona no ES la enfermedad, por lo que cuando ésta es muy avanzada se debe cuidar el grado de identificación con la misma. Puede ser que la relación de tipo adictiva que el individuo tiene con la comida para satisfacer un impulso de manera inmediata se convierta en el eje de su vida y que llegue a construir su identidad desde el trastorno. Por esto, quienes están cerca, familia y amigos (grupo de pertenencia,) tienen un papel fundamental en el proceso de tratamiento. El apoyo que pueden brindar comienza con el simple hecho de entender que la persona no ES anoréxica, TIENE anorexia, no ES bulímica, TIENE bulimia, al igual que tener cáncer no convierte a una persona en cáncer. El cambio en el lenguaje (aunque parezca simple) da a la persona una posibilidad de cambio de vida y convierte a la enfermedad en una situación temporal. De esta manera, en lugar de ser una condena de vida, se vuelve una oportunidad para volver a construir la identidad desde dentro.
¿Crees que alguien que conoces tiene un TCA?
Estas son algunos comportamientos indicativos (según testimonios que se han recogido de manera anónima):
- El espejo es su amigo y su enemigo, no les gusta lo que ven él, pero no pueden controlar el impulso de hacerlo.
- Conocen las calorías de todos los alimentos que consumen.
- Puede ser que les encante cocinar, pero generalmente lo hacen para los demás (no comen lo que cocinan).
- Realizan ejercicio excesivo, puede ser en el gimnasio o acompañado de pensamientos mágicos como: “me compro un helado pero voy a la tienda más lejos así camino y bajo las calorías que consumo al comer”.
- Tienen episodios constantes de hiperactividad (ejercicio excesivo) o restricciones (dietas prolongadas). Es común que se den de manera alternada.
- Tienden al aislamiento social. En la cultura occidental muchas de las reuniones sociales se organizan alrededor de la comida, por lo que evitan ir a eventos en los que sienten la obligación de comer o no pueden resistir la tentación de un atracón sin vómito.
- Se comparan negativamente con otras personas y no solo a nivel físico.
- La insatisfacción general que sienten se expresa en la relación que tienen con su cuerpo
- Piensan que solo son dignos de afecto cuando están delgados.
- Tienen normas rígidas sobre cómo deben lucir.
- Hacen comentarios constantes en relación al físico, la comida y las calorías.
Estos son algunos de los síntomas, pero existen muchos más. Es importante aclarar que (solo) se considera un trastorno cuando las conductas impulsivas empiezan a interferir en las actividades de la vida cotidiana de la persona y le impiden desarrollar una vida flexible capaz de adaptarse a distintas circunstancias.
REFERENCIAS:
- Centro psicoterapia Vínculo. (2016). Rasgos predisponentes para desarrollar una adicción: Los trastornos de la conducta alimentaria y relación de dependencia. [Diapositivas de Power point]. Colegio de psicólogos Madrid.
- Cruz Roja. (s.f.). Consecuencias y tratamiento: Manual de Anorexia y Bulimia. Recuperado de: http://www.cruzroja.es/crj/docs/salud/manual/005.pdf