Yo amé, amo, amaré: cómo afectan nuestras experiencias amorosas
¿Cuántos de vosotros habéis tenido una relación que ha salido mal? Quizás lo habéis vivido, quizás lo estáis viviendo, o quizás no lo habéis sentido.
Es posible que en estos momentos no estéis abiertos a amar, sea porque buscáis otro tipo de relaciones, sea porque habéis tenido malas experiencias y aún no estáis preparados para abriros a otra relación, o porque el primer “te amo”, que es hacia nosotros mismos, aún no se ha cumplido.
Sea como sea, la relación que hemos tenido con otra persona condiciona mucho más de lo que pensamos nuestra vida y nuestro bienestar, sobre todo las relacionadas con el amor. En cuestiones de amor, tenemos la gran manía de recordar nuestro pasado amoroso: de lo que fue y ya no es, de lo que pasó y nos dolió, del miedo a que se vuelva a repetir…
El pasado y nuestra expectativa amorosa
¿Cómo afecta nuestro pasado en nuestro presente a la hora de conocer a otras personas? ¿Cómo afecta lo que pensamos ahora del amor en cómo nos planteamos nuestro futuro?
¿Cómo puede afectar el “amé” en el “amo”?
Seguro que habéis escuchado la frase estrella: “Todos los hombres son igual / todas las mujeres son igual”. En este caso, las malas experiencias con el “amé” están interfiriendo en el “amo” y erróneamente generalizamos. Que la única manzana que hayamos visto sea roja no significa que no existan las verdes.
Tener este tipo de pensamientos puede llegar a ser realmente una barrera en las relaciones, ya que, sin darnos cuenta, se puede manifestar a través de:
- Rencores.
- Desconfianza.
- Celos.
- Incapacidad de abrirse a otras personas.
- Miedo a no ser correspondido/a.
- Evitar expresar emociones: actitud fría y distante.
- Negatividad ante amistades nuevas.
- Manipulación.
Y ¿Cómo afecta el “amo” en el “amaré”?
Algunas personas se llegan a preguntar en el presente: “¿Alguna vez seré capaz de amar?”, “¿Alguna vez amaré a alguien?”, “¿Cuándo encontraré a esa persona especial?”…
Algunos buscan continuamente a esa persona a quien amar y no la encuentran, otros sin buscarla la descubren… Lo importante es que la culpa y la preocupación no nos hagan perder tiempo del presente, y dejen que disfrutemos más de los encuentros sociales.
Por ello, resulta trascendental:
- Tener claro que tipo de relación buscas.
- Abrirse a nuevas experiencias.
- Querer conocer gente nueva.
- Aprender a quererse a uno mismo.
- Tener claro que las relaciones de los “cuentos de hadas” no existen, no todos los encuentros salen como esperamos.
Y tú, ¿te encuentras estancado en el “amé”, en el “amo” o en el “amaré”? Si alguno de ellos está condicionando tus relaciones, quizá es momento de plantearse: “¿Quiero seguir así?”