Entre sexualidad y agresividad
“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”
–Mahatma Gandhi
«La persona verdaderamente «sana» no es simplemente la que se declara como tal, ni mucho menos un enfermo que se ignora, sino un sujeto que conserva en si tantas fijaciones conflictuales como la mayoría de la gente, que no haya encontrado en su camino dificultades internas o externas que superen su equipo afectivo hereditario o adquirido, sus facultades personales de defensa o de adaptación, y que se permita un juego bastante flexible de sus necesidades pulsionales, de sus procesos primario y secundario tanto en los planos personales como sociales, evaluando la necesidad con exactitud y reservándose el derecho de comportarse de manera aparentemente aberrante en circunstancias excepcionalmente «anormales»»
–Jean Bergeret
La salud mental es un tema que compete a una serie de profesionales de la salud entre otros por supuesto a psicólogos y psicoterapeutas. Hoy día la población de México sufre diversos problemas de salud mental, los cuales, tienen efectos negativos o desadaptativos sobre el comportamiento y las habilidades de las personas en su vida diaria.
El deterioro atribuible a los problemas de éste tipo incluyen problemas escolares, laborales, en las relaciones interpersonales, lo que trae como resultado un decremento de la calidad de vida, por lo menos subjetivamente, dichos problemas se agravan con el abuso del alcohol y de otras sustancias siendo en frecuentes ocasiones detonantes de agresión.
La agresión biológicamente adaptativa está al servicio de la vida. Propio del hombre es poder sentir emociones destructivas, que lo lleven a dañar a terceros, sin embargo, la violencia, es negativa, ya que supone un comportamiento destructivo contra personas, animales u objetos.
Existen diferentes tipos de violencia de acuerdo con Fernández:
- Física,
- Psicológica y
- Sexual
La violencia contra las mujeres representa una preocupación de salud pública, se estima que una de cada tres mujeres ha sido golpeada, forzada a tener relaciones sexuales o abusada a lo largo de su vida. Además del daño físico, existen consecuencias emocionales y psicológicas.
La amenaza de la violencia masculina es una importante fuente de temor y estrés entre las mujeres, un temor que trasciende edad, origen étnico, posición socioeconómica y orientación sexual. El trastorno por estrés postraumático (TEPT) se sabe es la respuesta psicológica principal a estos acontecimientos. Es esencial que las consecuencias de la violencia se traten, además de la prevención de los actos violentos en contra de las mujeres.
Los comportamientos sexuales y agresivos del ser humano tienen algo en común: son desencadenados por el mismo tipo de estímulos y se presentan juntos muchas veces, ya que, el ser humano utiliza los mismos circuitos neuro-hormonales para controlar la conducta agresiva y la sexual.
Hay una serie de estudios en el psicoanálisis entre sexualidad y agresividad: Freud defiende una concepción dualista de los instintos lo impulsivo del YO y los sexuales. En esta teoría primitiva la agresividad es un instinto componente del sexual En 1920 considera que además de las pulsiones de vida Eros existe una pulsión de muerte.
La violencia la podemos definir como una agresividad desmedida, muy acusada, en específico la violencia sexual se concreta en dos formas: la violación y los abusos de menores.
Otro de los aspectos que está íntimamente relacionado con la violencia, y en especial con el maltrato doméstico, son los celos. Dentro del contexto cultural mexicano, se les ha considerado prueba de que la persona celosa muestra preocupación e interés hacia su pareja y es el reflejo del amor que siente por ella.
Sin embargo, esta emoción se convierte en enfermiza cuando la persona está constantemente preocupada por saber si su pareja le es infiel, sin tener motivos reales para ello. En el fondo el “celoso patológico” teme que lo abandonen y sufre por ello, a través de la ansiedad, tristeza, enfado e irritación.
En ocasiones, los celos pueden llevar a la persona a comportarse de forma muy violenta, pueden aparecer con más fuerza por efecto del alcohol, de la tristeza o de una visión negativa de uno mismo, por ejemplo.
Algunas de las conductas para comprobar si son engañados son hacer llamadas telefónicas insistentemente, controlar el bolso, la cartera o la ropa y más recientemente revisar el celular de la pareja en presencia o ausencia de ésta así como “vigilar” sus redes sociales. Al no encontrar motivos de infidelidad “los celosos” se tranquilizan momentáneamente, pero los celos reaparecen enseguida y vuelven a atormentarle, con lo cual se repite de nuevo el proceso.
La excusa perfecta para justificar dichas conductas es “el amor” que sienten hacia su pareja y no sólo “los celosos” se justifican de ese modo, la misma pareja acepta la situación de maltrato y violencia “porque el amor todo lo puede”, de este modo el ciclo crece y crece hasta llegar a situaciones inaceptables o lamentables.
- Llauradó M. Ramón. (1993). Conducta sexual humana, disfunciones psicosexuales problemas y soluciones. España: Alas.
- Rattner, J. (2001). Psicología y psicopatología de la vida amorosa. México: Siglo Veintiuno.
- Fernández J. (2002). Vivir sin violencia. Madrid: Pirámide.
- Bergeret, J. (2005). La personalidad normal y patológica. Barcelona: Gedisa
- Leñero, L. (1976). La familia. México: Anuies
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