Trabajar con un ex ¿es posible?
«Cada vez iré sintiendo menos y recordando más»
– Julio Cortázar
Las rupturas, aunque sean amistosas, siempre son difíciles. Representan el fin de una etapa para ambos con todo lo que ello conlleva: momentos que no volverán a repetirse, confidencias que quedan sin receptor, tristeza, etc. Pero lo que suele ser más representativo de una ruptura es que, tarde o temprano, dejaremos de ver a nuestra ex pareja. Pero no siempre ocurre esto. ¿Qué ocurre cuando tenemos que seguir manteniendo el contacto? Ya sea por un hijo en común, un negocio que los dos formaron, trabajar en el mismo lugar, o el enamoramiento que nunca acaba, los lazos no acaban de romperse.
A priori, estas situaciones son incómodas, en especial en los casos en los que la ruptura no ha sido de mutuo acuerdo y hay aún rencillas entre ambos integrantes de la pareja. Cuando la interacción es obligatoria, esta situación puede convertirse en un infierno… ¿o podemos sacar partido de ella?
Con este artículo, voy a comenzar una serie sobre las rupturas de parejas y cómo sobrellevarlas con la mayor entereza posible. En este primer artículo me voy a centrar en la delicada situación de trabajar con la pareja una vez acaba la relación
Con frecuencia escuchamos la frase tan manida de que “el amor es ciego”, y hay que reconocer que no falta ni un ápice a la verdad. Por tanto, cuando la relación se rompe por decisión de la otra persona, nos colocamos en una situación de desesperación y tristeza en la que tendemos que colocar a la ex pareja en un pedestal y repetirnos una y otra vez “¿qué hice mal? ¿qué podría haber hecho?”.
El dejar de ver a la persona de nuestros desvelos no hace sino acrecentar este dolor y las preguntas ¡pero en este caso la tienes permanentemente cerca! Y este es el momento perfecto para aprovechar y ver realmente cómo es. ¿Es realmente tan maravillosa? ¿Todo lo que hace te gusta? ¿Es la persona con la que querías estar? Lo más probable es que tarde o temprano comience a tener gestos que no te gusten o haga cosas que no te parezca aceptables. Y es ese el momento para aprovechar y comenzar el desenamoramiento. “Ayer se comportó como un tonto en la cena de la empresa” o “siempre está fardando de lo que hizo el fin de semana” pueden ser los pequeños pasos para tu vuelta a poner los pies en la tierra.
Otra gran frase del acerbo popular acerca de las rupturas es que “el tiempo hace el olvido”, pero en este caso, nuestra arma más poderosa es la exposición día a día de aquello que nos afecta, y eso es lo que provocará la barrera psicológica que necesitamos con esa persona.
Lo más importante en esta situación es no intentar evitar a nuestra ex pareja. Por lo general, si trabajamos con ella, la mayor parte del tiempo esté cerca e intentar evitarla sea mucho más infernal que, simplemente, aceptar que está ahí. En un principio puede suponer que te desconcentres, que quieras levantarte e irte, ¡pero mantente firme! Poco a poco, el trabajo que tienes que sacar adelante te ocupará la mayor parte de tus recursos y esta persona pase a un segundo plano.
Poniéndonos en el otro lugar de la ruptura, ver continuamente a la persona con la que has decidido romper puede ser duro en un principio porque puede generar sentimientos de culpa. No obstante, lo más probable es que hicieras lo correcto y esta situación no haga otra cosa que ratificar tu decisión, así que igual en el caso contrario, ¡aprovéchala!
En un primer momento, la idea de ver continuamente a tu ex pareja puede parecer un mundo, pero funciona igual que todo aquello que anticipas: no siempre es igual que como crees que será. Exponerte a una situación como esta puede parecer terrible, pero llega un momento en el que acaba siendo cotidiana y no afecta tanto como en un principio habíamos anticipado o como comenzó siendo.
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Lo más importante en todo este proceso es tener la seguridad de que somos personas muy valiosas y que podemos afrontar todas las situaciones que se nos pongan por delante, así que ¡ánimo! ¡Tú puedes con ello!