Disciplina inteligente (2a parte)
“La aceptación de lo que ha pasado es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia.”
–William James
La semana pasada compartí con ustedes una escena de la que fui testigo, en la que un joven apenas entrado en la adolescencia se dirigía hacia su padre de una manera que dejaba mucho que desear. Sin embargo, el padre no marcó límites a esta conducta.
¿Qué es lo que genera que hoy en día las nuevas generaciones tengan dificultades con el manejo de los límites?
Desde mi muy personal punto de vista, hay un sinfín de factores que generan este resultado, pero considero que dos de los más críticos son:
- Familias nucleares reducidas
- Falta de tiempo de calidad dentro de la dinámica familiar
Hoy en día, nos topamos con familias cada vez más reducidas, en las que el prototipo dominante resulta ser las familias con un solo hijo.
¿Cómo se modifica esta situación con la presencia de un hermano? Si bien pueden seguir existiendo los padres “permisivos”, los hermanos menores o mayores a su vez tienen sus propios límites, y, cuando uno de los hermanos intenta transgredir ese límite, se topa con un semejante que se opone a esta situación. Lo que puede resultar en una pelea entre hermanos, en la cual mamá o papá tendrán que intervenir y ayudar a negociar y a reflexionar sobre la situación que acaba de presentarse.
El otro factor, que tiene que ver con el tiempo de calidad al interior de la familia, es un tema que había abordado en publicaciones anteriores. El ayudar a reflexionar y motivar a los niños a actuar implica: interés, tiempo, constancia, paciencia, atención, entre muchas otras cosas.
Estos “requisitos”, por ponerles un nombre, implican asignar un tiempo en nuestras apretadas agendas, y requieren de esfuerzo diarios. Mismos que en ocasiones parecen ser más de lo que podemos manejar. Sí, es complicado y es tedioso en un inicio, ya que una vez que el pequeño ha asumido y asimilado el límite, él mismo cuenta con el poder para autoregularse, es decir, el mismo aprenderá poco a poco a diferenciar las actitudes y reacciones adecuadas de las inadecuadas y contará con la posibilidad de limitarse a sí mismo, logrando actuar de la manera que se le ha enseñado que es correcta.
La problemática con la falta de límites consiste precisamente en que el niño, al no tener una consecuencia, crecerá bajo la creencia de que su actuar es correcto, repitiendo estos patrones de conducta en los demás espacios en los que se desenvuelva, lo que a la larga podrá ocasionar que: el pequeño tenga problemáticas en la integración social en otros espacios, falta de tolerancia, dificultad en procesos de adaptación, llegando incluso al extremo de tener consecuencias legales.
¿De qué manera podemos ayudar a prevenir estas consecuencias en casa?
- Fomentando valores universales
- Enseñando a nuestros hijos a respetar el turno
- Fomentando la tolerancia
- Fomentando la empatía, ponerse en los zapatos del otro
- Propiciar la reflexión sobre nuestras acciones
- Implementar consecuencias positivas o negativas de acuerdo al comportamiento del niño
En papel, estas medidas no parecen ser complicadas, parece ser algo fácil de implementar. Sin embargo el no ser contantes con ellas, más que favorecer al desarrollo integral de los niños, generará un ambiente de inseguridad e inestabilidad, debido a que el niño no podrá hacer una conexión real entre su acción y la consecuencia adecuada.
¿Cometemos errores en la educación de nuestros hijos? Sí, no existe tal cosa como un padre perfecto, pero: podemos decidir recriminarnos por esos errores y utilizarlos como justificación, o bien, comenzar a corregir esos errores de los que nos hemos percatado.
Lectura Recomendada: Schmill, Vidal. (2003). Disciplina Inteligente: manual de estrategias actuales para una educación en el hogar basada en valores. México D.F. Producciones Educación Aplicada.