El valor de la figura masculina en la crianza de los hijos ¿Soy buen padre?
Mi hijo de diez años está muy difícil, de todo se molesta y constantemente pelea con su hermano de doce años. ¿Qué puedo hacer? ¿Lo llevo a terapia?
-Mercadólogo. 45 años
Cuando un hijo pelea o manifiesta mucha inconformidad seguramente hay situaciones familiares atrás que lo lleva a manifestar esa ira o enojo en la figura más cercana, que puede ser el hermano o hermana, hay muchas situaciones que pueden estar detrás de las riñas constantes entre hermanos, una de ellas es la falta de atención de manera individual a cada hijo. En esto la figura masculina, el padre, puede hacer maravillas si se involucra en la crianza de los hijos. En otro artículo tocaremos el tema de la rivalidad entre hermanos.
Algo que poco se ha valorado es el valor inconmensurable de la figura masculina en la crianza de los hijos o hijas en el hogar. Hasta hace algunos años de manera casi exclusiva el padre era el proveedor y se desentendía de la crianza de los hijos porque ellos son criados por la madre.
La madre ya sea que trabaje fuera del ámbito doméstico o no, generalmente es la encargada de la disciplina, los premios o sanciones. Cada vez más los varones asumen su papel de padre y se involucran en las cosas cotidianas de los hijos. Este artículo es para aquellos padres que no lo han hecho tanto y se han dado cuenta de la importancia de hacerlo. Todos los hijos superan a sus padres en expectativas, cada generación es un reto para sus padres, pues lo cuestionan todo o mucho y siempre buscan encontrar el punto débil o incongruente en la educación que sus padres les dan. Es común que metan en aprietos a sus progenitores o al progenitor encargado de su educación.
Así es vital que ambos padres se encarguen de la administración de la disciplina con los hijos. La ausencia de la figura paterna trae como consecuencia un gran vacío en los hijos. Si la madre es soltera es importante que alguna figura masculina cercana (tío, abuelo…) cumpla con la misión que el padre biológico no cubre. Aquí no hablamos de las familias donde la mujer es la cabeza de familia, sino de aquellas familias en donde el padre si está en la dinámica familiar pero no asume su rol de manera plena.
A partir de los siete años la figura paterna adquiere un valor muy grande frente a los hijos e hijas. Es él quien va a enseñar el mundo exterior al hijo, la madre ha hecho mucho de su trabajo desde tenerlo en el vientre y enseñarle a sentir el amor y la calidez necesaria para nutrirlo física y psicológicamente. El vínculo y diada hecho entre madre e hijo a los siete años ha de ser lo suficientemente sólido y sano para que deje que el padre entre a enriquecerlo, dando la madre el espacio necesario para ello.
Cuando una niña no tuvo la presencia de un padre cálido y fuerte psicológicamente presente, va a buscar una figura masculina muy pronto, en la figura de amigos o novios. Cuando un chico no tuvo la figura fuerte de un padre presente, su propia autoestima se verá trastocada, pues no tiene el referente en casa de lo que es ser hombre.
¿QUÉ ES LO QUE UN PADRE PUEDE HACER PARA
FORTALECER EL VÍNCULO CON SU HIJ@?
- Jugar con él o ella, vuélvase niño nuevamente, no hay nada tan reconfortante para un hijo que sentir que puede jugar con su padre como si fueran dos niños.
- Pasar tiempo a solas con cada hijo. El vínculo se hace con cada hijo por separdo.
- Platicarle a su hijo o hija cómo fue la vida de usted de pequeño, pero nunca para compararlo y menospreciar lo que él hace ahora.
- Hacer un árbol genealógico donde el hijo o hija vea su rama masculina.
- Pasar tiempo a solas, sin hacer nada especial, solo acompañándose uno al otro.
- Conocer sus gustos, a sus mejores amigos, compartir sus intereses, salir a algún lugar que al hijo le guste, no solo al padre.
- Pasea con tu hijo e hija y si pueden inviten a su mejor amigo o amiga, interactúa con ellos con naturalidad.
- Invita a tu hijo o hija a que conozca dónde trabajas y este acompañándote por unas horas.
- Estar presente en sus actividades escolares o deportivas importantes.
- Pregúntele a su hijo qué piensa de usted. Pregúntele cómo lo evaluaría como padre. Dele confianza para hablar lo que siente de verdad.
- Si tiene más hijos nunca los compare entre si, ni para bien ni para mal.
- Sea atento, involúcrese con él o ella, aprenda a conocerlo, pregúntele cosas y divúlguese usted también con él o ella.
- Platiquen de cuando él o ella estaba por nacer, ¿cómo le eligieron el nombre?, ¿qué pensaban de ser padres de ése hijo o hija?
- Vayan solos los dos de fin de semana a algún lado y hagan cosas interesantes para el chico o chica El vínculo con alguien no se da en automático, aunque haya liga consanguínea, hay que formarlo y desarrollarlo. Hay hijos que sienten que su padre es un extraño que los mantiene económicamente.
- Comience a tomar fotos solos los dos y enmárquelas y también hagan un álbum de momentos en donde están los dos.
Hay una herramienta súper recomendable e útil, sobretodo en chicos y chicas de hasta los doce años, de una gran terapeuta de niños Violet Oaklander, se trata de que con apoyo del padre y/o de la madre se elabore un “Libro de las emociones” (que es un cuaderno que el chico o chica va a comparar a su gusto y forrar con una hermosa fotografía de él o ella en la portada. En el interior del cuaderno llamado “Libro de las Emociones” el hijo o hija va a poner cosas como:
- Las cinco cosas que me enfurecen
- Las cinco cosas que más me gusta hacer
- Las cinco cosas que quiero ser de grande
- Las cinco cosas que me hacen muy infeliz
- Las cinco cosas que me hacen muy feliz
- Las cinco personas que más amo
- Ésta en mi cara cuando me enojo
- Ésta es mi cara cuando estoy feliz
- Si tuviera una varita mágica haría estas cosas
Lo anterior son sugerencias generales para trabajar el vínculo con los hijos. Sin embargo si tu situación no mejora aun practicándolas, sería bueno que busques atención profesional.
Disfruta la niñez de tu hijo o hija, es una etapa maravillosamente bella, no permitas que el tiempo dedicado al trabajo o a otras actividades te impida desarrollar un vínculo sano y amoroso con tu hijo o hija.