Familia, primera escuela de valores
“Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”
-Pitágoras
En este artículo hablaremos sobre la importancia de aprender valores dentro del seno familiar. Toda persona se puede resumir en la suma de sus valores ya sean positivos o negativos. Pero ¿de dónde se aprenden los valores? Y ¿qué valores son los que se deben enseñar?
Sabemos que los niños a tempranas edades están expuestos a una gran diversidad de aprendizajes y que muchos de estos si no es que la mayoría se van adquiriendo gracias a la capacidad de imitación, ya sea caminar, hablar, los modales, tal vez la forma de saludar de mamá o la frase favorita de papá un sinfín de cosas, pero dentro de todas estas enseñanzas, también adquirimos los valores: convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y orientan su conducta.
Familia: “Escenario de acogida y de reconocimiento, es el primer lugar donde se producen las transmisiones más influyentes, significativas y, probablemente, duraderas a lo largo de la vida de las personas” (Duch y Mèlich, 2009)
La familia es la primera institución a la que pertenece el infante, aquí es donde adquiere sus primeros aprendizajes que marcarán tanto su personalidad como su vida por completo. Es una comunidad ética donde se experimenta la hospitalidad como criterio principal para construir la moral en cada uno de los miembros. Sin embargo, se ha ido observando grandes cambios que han llevado a la búsqueda de nuevos criterios y orientaciones educativas en función de los actuales acontecimientos en la vida familiar y en la sociedad. Estos cambios tan frecuentes repercuten en la forma de educar que proporcionan los padres donde se muestra una escasa implicación personal en el cuidado de sus hijos y un tiempo escaso de dedicación a los suyos.
Pareciera que constantemente nos topamos con la necesidad de replantear la educación gracias a las nuevas generaciones y se considera que hoy en día lo que se busca es generar una vida más humana, que la educación familiar a través de los valores abra horizontes favorables donde exista una vida más cordial y atenta a la demanda del otro y que se busque evitar los escenarios de individualismo y sin interés por el otro. Así como dice Schütz (1993) uno de los rasgos más negativos de nuestra sociedad es la pérdida de confianza, es decir, la creciente invisibilidad de la otra persona y, como tal, un distanciamiento cada vez mayor de ella.
Se pretende que la familia sea un lugar en donde los miembros sientan pertenencia, que sea un espacio de arquitectura para las nuevas generaciones, que la convivencia sea agradable, un lugar del cual se pueda entrar y salir, en el que se encuentren el recibimiento necesario que le dé al sujeto herramientas para afrontar las dificultades del presente y del futuro.
«La base de la educación, desarrollada por la familia, consiste en transmitir al niño las normas y los valores que le permitirán entender cómo funciona el mundo que le rodea» (Esteve, 2010)
Es evidente que cuando un padre empieza a educar lo hace desde la circunstancia en la que se encuentra actualmente, por esto mismo, la importancia de tener bien cimentados los valores dando las bases a formar una familia fuerte y unida.
Ante la pregunta ¿qué valores deben enseñar hoy las familias? Hecha al comienzo del artículo no podemos dar una respuesta unánime, ya que vivimos en una sociedad muy diversa, en donde nos topamos con diferentes concepciones del mundo y del hombre. Aunque, los datos que demuestran ciertas investigaciones (Meil, 2006; Elzo, 2010), demuestran una tendencia a transmitir valores relacionados con la convivencia, es decir, responsabilidad, respeto, tolerancia y buenos modales, por otro lado, relacionados con la identidad personal, como son: autoestima, obediencia, fuerza de voluntad y vida saludable. Topándonos con que se le concede poco valor a la fe religiosa y al espíritu de sacrificio.
“Promover aquellos valores que permitan a cada uno descubrirse a sí mismo y verse abierto al encuentro con otros” (Mínguez, 2014).
Dentro de la educación que proporcionan los padres a los hijos encontramos que existen cuatro pilares básicos para que se dé una educación en valores:
- EL TACTO: Modo adecuado para que padres e hijos se relacionan. Acción presencial y próxima. La educación en valores dentro de la familia no puede hacerse a distancia ni de modo virtual, sino que siempre es circunstancial. El tacto puede ser firme y adecuado en una situación concreta, pero no se entremete ni es agresivo.
- ESCUCHA ATENTA: Modo de ‘saber estar’ ante el otro de forma ética. Estar atento a nuestro hijo implica un reflejo de nuestra capacidad de escuchar al otro, lo que requiere una disposición a recibir lo que viene de fuera de mí.
* Es frecuente que frente a las preguntas que hacen los hijos a sus padres, estos respondan de forma rápida y sencilla. Lo que no da tiempo a que surja la curiosidad y el asombro que ha motivado a los hijos a formular tales preguntas. - EL HUMOR: Factor resiliente, es decir, característica de una persona que ayuda a superar circunstancias traumáticas. «Aprendemos a mirar la vida con sentido del humor cuando somos capaces de ignorar las imperfecciones y fricciones que acompañan los acontecimientos de la existencia diaria» (Manen, 1998).
- COMUNICACIÓN INTERPERSONAL: Hace referencia a que la transmisión de valores se hace por medio de la experiencia, el entregarse el uno al otro dentro del seno familiar.
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La vida familiar es un espacio donde se aprenderán los valores que se experimentan como ya dijimos en la entrega y cuidado del otro. ¿Qué valores solidifican la base en tu familia?