Keep calm and carry on: Controlar el enojo, una bomba de tiempo
«Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo»
–Aristóteles
En esta ocasión, en vez de la crónica cotidiana, les comparto un video que expresa gráficamente el tema: https://www.youtube.com/watch?v=2GzBI5TxKBI
Se trata de una mujer sumamente enojada por la mala atención recibida de parte de un funcionario del IMSS. Si bien tiene razones de sobra para estar enojada, la actitud que toma es lo que resulta cuestionable. Ligeramente podríamos decir “que señora tan loca y neurótica, como puede ponerse así por unas pastillas.” O podríamos decir también: “Yo hubiera actuado igual, ese señor del IMSS merecía recibir unas buenas cachetadas por no querer hacer su trabajo de la forma adecuada”. Sea cual sea la postura que se tome al ver el video, la realidad es que no conocemos la historia completa. No sabemos si la señora tenía horas esperando ahí para ser atendida, no sabemos que este padeciendo o para qué sean esas pastillas, no conocemos el contexto de la situación. Pero lo cierto es que algo motivó su actitud: una fuerte carga de enojo que explotó de la peor forma y en el peor momento. Toda esta “presión” acumulada encuentra salida al verse ante una injusticia.
Si no eres alguien así, posiblemente conoces a muchas personas así. Cada vez es más común ver escenas así (tal vez no tan intensas, pero similares) en nuestra vida cotidiana: en el banco, en el tráfico, en algún restaurante, etc. ¿Por qué? ¿Por qué tanta agresión?
Estamos inmersos en la sociedad del “Keep Calm & cary on” esto quiere decir “cálmate y sigue adelante”. El enojo es una emoción muy castigada, estamos condicionados para reprimirlo, pues “la gente que se enoja es mala”, “enojarse no está bien”. Pero ¿qué se hace entonces con todo eso que te guardas? Se queda ahí acumulándose dentro de ti toda esa agresión contenida, que es finalmente energía. Y como la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, el resultado lógico es que te transformarás en un energúmeno peligroso a la menor provocación, porque toda esa agresión tendrá que salir tarde o temprano.
Entonces entendemos que en primer lugar no es malo enojarse, al contrario, es algo muy necesario.
El enojo es una emoción, como existen muchas otras y para entenderlo, primero tendremos que ver qué es una emoción:
No existen emociones buenas ni malas. Todas tienen una función y una razón de ser. Según la teoría perceptivo motivacional, tenemos un estado neutral que se altera al recibir cualquier estímulo de nuestro entorno (sensación), este estímulo lo procesamos en nuestra mente de acuerdo a nuestros valores, experiencias previas, estado de ánimo, etc. (percepción). De este proceso resulta una emoción, que motivará nuestra reacción ante el estímulo recibido (actitud).
Al hablar específicamente del enojo, es una emoción que resulta de algo desagradable, viene del instinto de supervivencia. Lo sentimos cuando lo que recibimos del exterior nos violenta de alguna forma, el enojo tiene la finalidad de defendernos. Pero es sumamente compleja, pues podemos descomponerla en muchas “subemociones” por definirlo de alguna forma: resentimiento, humillación, indignación, etc.
El enojo siempre llevará una carga de agresión, que es una energía sumamente potente. La agresión es el combustible para muchas cosas y no siempre es mala, pues ésta es la que nos impulsa para llegar a nuestras metas, la que nos permite defendernos, la que aporta ese “rush” para dar más de lo que creemos que podemos. El problema viene cuando esta agresión la contenemos y la acumulamos, pues explotara de forma que no podamos controlarla.
Entonces el enojo y la agresión son naturales y necesarias, pero lo cierto también es que vivimos en una sociedad y no podemos ir por el mundo descargando nuestra agresión a diestra y siniestra. Hay normas, hay leyes y convenciones sociales que seguir. Tenemos que convivir y relacionarnos con otros, por lo tanto debemos aprender a manejar el enojo de forma que no lo acumulemos ni terminemos en la cárcel por golpear alguien que nos sacó de quicio.
¿Cómo controlar el enojo?
Tenemos que desmenuzar lo que sentimos:
- Reconoce qué es lo que te hace enojar. Hay que buscar el detonante específico para tener consiente el porqué de nuestro enojo. Esto nos permitirá canalizarlo correctamente y encontrarle solución.
- Busca la forma de expresarlo de forma constructiva. recuerda que lo que buscamos es la solución de la situación que te está incomodando, no volverla aún peor. Trata de expresar exactamente qué es lo que te molesta y por qué sin agredir. Porque al agredir, lo que lograras es que la otra persona sienta exactamente lo mismo que tú y no habrá solución alguna.
- Posteriormente, esa agresión que no sacaste sobre la persona que la provocó no puede quedarse ahí, porque no va a desaparecer, se acumulará. Hay que sublimarla, esto es sacarla de una forma controlada y que no afecte a nadie. Existen muchas formas, por poner ejemplos podría ser mediante actividades físicas (correr, deportes de contacto, yoga) o creativas (escribir, pintar, actuar).
De esta forma no dejas de enojarte pero abrirás la válvula de escape a toda esa presión que llevas dentro y evitarás explosiones de las que te puedes arrepentir mucho después.
Todo es cuestión de hacer consientes nuestras emociones, no podemos simplemente seguir sin pensar en lo que hacemos o sentimos, pues perdemos el control de nosotros mismos. A nivel personal es muy dañino vivir así, vamos destruyendo nuestras relaciones poco a poco.
Tocando nuestra realidad y hablando de forma práctica, no hay forma de no enojarnos. Por un lado es natural y por el otro, vivimos en una realidad sumamente violenta: todos los días presenciamos o sufrimos injusticias, vemos impunidad, vivimos en un consumismo perpetuo que nos quita toda la satisfacción que podamos lograr. Día a día enfrentamos una agresión constante a lo que somos, tenemos, pensamos, creemos y queremos. La reacción natural es defenderse agrediendo a quién te agrede, perpetuando así el ciclo de violencia perpetua.
Aprendiendo a manejar tu enojo, tal vez (recalco TAL VEZ) no cambie tu entorno ni tu sociedad, pero por lo menos tu percepción será otra y con tu actitud saldrás de ese ciclo de violencia tan tóxico.
La violencia no es una forma de vida. Si vives situaciones de agresión en la que pierdes el control o tu integridad física o psicológica se ve comprometida, es momento de que pidas ayuda. No te conformes a vivir tóxicamente dañándote y dañando a tu entorno.
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