La familia funcional como factor protector. Promoviendo personas sanas
Existen una serie de aspectos que interactúan con las personas a lo largo de su desarrollo como lo son: su temperamento, medio social, características biológicas, conductas aprendidas, características familiares, educación, entre otras. Cada uno de ellos dependiendo del momento vital de la persona, cobran un papel de mayor o menor relevancia y a su vez, según sean sus características y manifestaciones, pueden transformarse en un elemento protector o de riesgo.
Por ejemplo, pertenecer a un medio donde abunda el consumo de sustancias posiblemente sea más determinante durante la niñez y adolescencia, que durante la adultez.
Cuando hablamos de la familia como factor protector, hacemos referencia a todos “aquellos atributos individuales, condiciones situacionales, ambientes o contextos que reducen la probabilidad de ocurrencia de un comportamiento desviado” (Pérez-Gómez y Mejía Motta, 1998) o la aparición de un elemento, factor o situación que pueda ser perjudicial para una persona o grupo de personas.
Por tanto, lo deseado es poder maximizar los efectos generadores de bienestar personal y relacional de las personas y por otra parte minimizar todos aquellos aspectos que puedan atentar contra el estado de bienestar.
La familia es una de las áreas de mayor impacto en el individuo debido a que a partir de sus interacciones, tal y como exponen Arostegui, Iraurgi y Laespadala (2004) se configuran actitudes, habilidades y valores para el afrontamiento de posteriores etapas de la vida. De esta forma a través de estos aprendizajes, se filtran y significan las experiencias obtenidas en otras áreas de interacción como lo son la escuela, pares, etc.
¿CÓMO ES UNA FAMILIA FUNCIONAL?
Idealmente una familia funcional asume posturas que propicien la comunicación, escucha las opiniones y vivencias de todos sus Integrantes. Opta por asumir posturas y acciones en equipo, que promuevan el razonamiento y discusión sus circunstancias:
- Brinda la importancia adecuada a los problemas de cada uno de los miembros, sin desestimarlos, independientemente de su tipo.
- Existen límites y expectativas claras.
- Fomenta la confianza de todos sus miembros y la libertad de expresión.
- Promueve el cumplimiento de normas por y para todos los miembros. El sistema normativo debe ser construido, razonado y compartido por todos los miembros.
- Cada uno de sus miembros y en conjunto debe centrarse más en la búsqueda de alternativas para la resolución de conflictos y dificultades que en los problemas como tal.
- Pasa tiempo de calidad juntos, donde cada brinda la oportunidad de que cada miembro comparta sus espacios de interés y los de los demás.
- Es franca y clara en lo que se piensa y se siente.
- Genera un clima de calidez y de expresión sano del afecto que promueve la sensación de que cada miembro se siente valorado y amado por su grupo familiar.
- Promueve la independencia de sus miembros.
- Existe un manejo en el manejo de las normativas, premios y castigos. Especialmente entre los padres y figuras de autoridad
- No utiliza la culpa como una forma de promover comportamientos no deseados.
- Tiene posturas claras y congruentes relacionadas al rechazo de consumo de sustancias, comportamientos violentos o antisociales en general.
- Actúa en consecuencia a lo que se piensa y se dice.
- Mostrar apoyo ante los éxitos y fracasos de sus miembros.
- Asume cuando tiene un problema y busca activamente mecanismos de ayuda interna o externa.
Hay dinámicas y características dentro de la familia que propiciarán el desarrollo adecuado de sus individuos. Podríamos plantear a manera de generalidad para comprenderlas que:
- “La consistencia, responsabilidad y seguridad en las relaciones familiares facilitan el desarrollo de individuos sanos dentro del grupo, brindándoles estabilidad, previsibilidad en las reacciones y consecuencias de diferentes comportamientos y situaciones, sensación de entendimiento y control del medio en que se vive y claridad en las responsabilidades que cada uno de los miembros desempeña en la familia” (Pérez Gómez, Mejía Motta, 1998).
- “Los padres con menor probabilidad de que sus hijos consuman drogas son aquellos que establecen una buena relación afectiva y de apego con ellos, los que no consumen drogas legales ni ilegales y los que tienen actitudes convencionales o de conformidad con las normas sociales establecidas, entre ellas, la intolerancia frente a las drogas ilegales y la ambigüedad hacia las legales” (Recio Adrados, 1999).
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