¿Cuáles son las emociones tóxicas y cómo superarlas?
Existen muchas emociones tóxicas: ansiedad, pena, envidia, miedo, celos, etc. Su peligro radica en acostúmbranos a vivir con ellas “sin darnos cuenta” y subestimarlas.
De no reconocerlas y eliminarlas a tiempo, las emociones tóxicas pueden poner en peligro nuestro equilibrio emocional o el de las personas más cercanas a nosotros.
Son emociones infructuosas, intensas y que se mantienen a lo largo del tiempo, representando una gran limitación para la mayoría de las personas que las experimentan.
Al grado que, hay quienes llegan a creer que esa emoción le sirve para algo, cuando en realidad “los envenena”. De ahí la importancia deshacerse de ellas cuanto antes.
Y es que, mientras más tiempo pasamos albergando emociones tóxicas, estas se vuelven más intensas y, por lo tanto, más dañinas y más difíciles de poder gestionar.
En este artículo aprenderás a identificar las quince emociones tóxicas más comunes, en que consiste cada una de ellas y 5 valiosas pautas que te ayudarán a superarlas.
¿Cómo identificar las emociones tóxicas?
Una emoción llega a ser tóxica cuando no se corresponde con la realidad, es desproporcionada en intensidad y/o es perjudicial para nuestro desarrollo personal.
Las personas con emociones tóxicas suelen necesitar de la opinión ajena, incluso, pueden depender tanto de ella, que son incapaces de tomar decisiones por sí mismas.
Se catalogan como personas con un “locus de control interno deficiente”, es decir, les afecta demasiado las conductas, actitudes, gestos o palabras de las demás personas.
Así mismo, estas emociones pueden darse como consecuencia de mantener una relación prolongada con PERSONAS TÓXICAS, de las que hablamos en el post anterior.
Las emociones se convierten en tóxicas cuando influyen en nuestra rutina afectando a nuestra calidad de vida, tal y como lo dice la palabra, “intoxican tu forma de sentir”.
Provocando que, veas las cosas de manera irracional y destructiva, influyendo en tus relaciones y transmitiendo esos sentimientos a tu entorno y a quienes te rodean.
15 emociones tóxicas más comunes
Como ya comentamos, las emociones improductivas, que provocan malestar y que se mantienen en el tiempo afectando nuestra calidad de vida se catalogan como tóxicas.
No obstante, existen 15 emociones tóxicas bien identificadas que se distinguen por afectar el bienestar de la mayoría de las personas y que te presentamos a continuación:
1. Ansiedad tóxica
La ansiedad es una reacción necesaria que nos permite hacer frente a aquellas situaciones que nos generan temor, implican un peligro o nos hacen sentir amenazados.
Podemos sentir ansiedad cuando vamos a tener una entrevista de trabajo, lo cual hace que nos pongamos más alertas y nos motivemos a estar prepararnos.
Sin ella, no sentiríamos el impulso de hacer cosas que pueden incluso salvarnos la vida, como huir de un ataque o protegernos ante algún siniestro o desastre natural.
La ansiedad tóxica es en realidad ansiedad patológica, ya que percibimos cualquier riesgo como una calamidad que nos provoca un estado de alarma permanente.
Cuando se tiene arraigada esta emoción tóxica, las situaciones más simples de la vida cotidiana, pueden ponernos los pelos de punta y hacernos temblar.
Convivir diariamente con esta emoción genera mucho estrés y fatiga, así como también puede provocar que vivamos a un ritmo sumamente acelerado.
Lo cual nos impide disfrutar al máximo de la vida y nos aleja de aquellas emociones como la serenidad o la alegría que nos hacen vivir de manera plena.
2. Insatisfacción crónica
Sentir insatisfacción nos puede ayudar a recargar la energía que necesitamos para salir adelante ante alguna dificultad y/o lograr nuestros objetivos personales.
Cuando nos sentimos insatisfechos tenemos dos opciones: conformarnos y resignarnos o motivarnos aún más para buscar soluciones y llegar a nuestra meta final.
Si se elige la resignación y albergamos en nosotros una sensación de impotencia y culpabilidad por no haber hecho algo más, esta emoción se puede llegar a volver crónica.
La insatisfacción tóxica es ese sentimiento permanente de que nunca vas a poder llegar a donde lo deseas hagas lo que hagas.
Esto no solo aplica con los objetivos personales sino también para ser capaces de experimentar felicidad y alegrías en la vida.
Algunos padecimientos que podemos llegar a presentar a causa de esta emoción tóxica son los siguientes: gastritis, colon irritable, afecciones coronarias, trastornos alimenticios, etc.
3. Apego tóxico
Las personas codependientes tienen muy arraigada esta emoción tóxica, ya que, entregan a los demás el control de su vida, dejando su felicidad en manos del otro.
Son aquellas que viven con la sensación constante de no poder vivir sin el otro y tienen un miedo irracional a quedarse sin esa persona o personas de quienes depende.
Hay mujeres que necesitan de que un hombre esté a su lado, a pesar del maltrato que puedan recibir por parte de él. Aunque no es exclusivo del sexo femenino.
Las personas con apego tóxico tienen un enorme sentimiento de abandono que las hace más propensas a depender de los demás, en todos o casi todos los sentidos.
Algunas creencias comunes de estas personas son: “Tú me haces feliz”, “sin ti no puedo vivir”, “tú le das sentido a mi vida”, “eres mi razón de ser”, “no sé qué haría sin ti”, etc.
4. Enojo tóxico
Sentirse enojado es algo totalmente normal, es una de las reacciones instintivas que utilizamos como fuente de energía para eliminar o sortear ciertos obstáculos.
Sin embargo, dependiendo de la forma en la que canalicemos esa emoción, podemos o no, convertirla en una conducta o actitud sumamente destructiva.
Muchas personas suelen confundir el enojo con la violencia, y cada vez que experimentan esa emoción, canalizan su energía haciendo daño a otros o a sí mismos.
En el momento en el que el enojo se vuelve destructivo (hacia uno mismo y hacia los demás), podemos decir que, este se ha convertido ya en una emoción tóxica.
Una persona que alberga constantemente esta emoción suele: insultar a los demás, gritar fuertemente, golpear objetos o desahogarse mediante la violencia física.
5. Envidia tóxica
La envidia es una emoción tan intensa que puede llegar a intoxicarnos por dentro y afectar enormemente la relación que tenemos con nuestro círculo social.
Y es que, cuando sentimos envidia, no solo sufre la persona que la experimenta, sino que también hacemos sufrir a las personas más cercanas a nosotros.
Cuando convivimos constantemente con esta emoción tóxica dejamos de prestar atención a nuestra propia vida por estar todo el tiempo pendiente de la de la persona que envidiamos.
Sentir envidia por alguien es ser incapaz de celebrar sus éxitos y, por el contrario, se experimenta una rabia inmensa por dentro cuando se le ve lograr sus objetivos.
Envidiar es desear lo que tiene otra persona y sentir un inmenso coraje por no poseerlo, al grado de sufrir cuando se le ve al otro feliz.
Cualquiera que sea el motivo de la envidia, cuando desear lo que tiene el otro nos impide ser felices y enfocarnos en nuestra propia vida, nos convierte en esclavos de nuestro sufrimiento.
6. Miedos tóxicos
Todos hemos sentido miedo alguna vez y lo seguiremos haciendo ya que es una emoción normal y positiva al ser un medio de protección.
Sino sintiéramos miedo, dejaríamos de tener precaución ante situaciones que pueden resultar peligrosas como ir por la carretera a gran velocidad o atravesar la calle sin fijarnos.
El miedo se convierte en irracional cuando este es dirigido a una situación neutra que no tendría por qué producirnos miedo y esta prevalece en el tiempo.
Por ejemplo, podemos sentir miedo de que entren a robar a nuestra casa y por lo tanto tomaremos las precauciones necesarias para que eso no suceda.
Sin embargo, cuando el miedo se vuelve irracional y tóxico, somos capaces de dejar de salir a otros sitios con tal de quedarnos a “proteger” la casa.
Podemos sentir miedo de perder a una persona, pero cuando el miedo es tóxico no somos capaces de mantener una relación de pareja sana en donde no predomine ese temor.
Cuando vivimos obsesionados con algo que “nos puede pasar”, dejamos de disfrutar la vida y dejamos de lado nuestras metas personales.
7. Vergüenza tóxica
El daño que puede hacernos la vergüenza tóxica es devastador ya que nos limita a la hora de atrevernos más en la vida y luchar por aquello que deseamos.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido víctimas de burlas y hemos sentido que hemos hecho el ridículo, lo cual nos ha generado incomodidad e incluso tristeza.
Cuando una persona es víctima de burla constantemente, comienza a generar en ella esta emoción tóxica tan intensa.
Esto hace que desarrolle un miedo exagerado e irracional a decir o hacer algo mal delante de otras personas y que se sienta sumamente insegura de ella misma.
Por lo que, cuando se encuentre en situaciones donde se sienta expuesta, no se atreverá a enfrentarlas y si lo hace lo hará con demasiado temor e incomodidad.
A la larga puede ser tan dañina que les impida a personas que tienen un gran potencial o desean desarrollarlo, sacarlo a la luz por temor a hacer el ridículo.
8. Melancolía tóxica
Todos hemos sentido alguna vez y lo seguiremos haciendo, algo tan común como la tristeza, y que, comúnmente se presenta ante una decepción o expectativa fallida.
Esos días en los que podemos llegar sentir que no tenemos ganas de nada y probablemente, sólo queramos quedarnos en cama para reponernos. Todo esto es normal.
Sin embargo, cuando estas situaciones ocurren con mucha frecuencia, podemos llegar a volvernos personas pesimistas desmotivadas o apáticas ante la vida.
Cuando la tristeza o la melancolía se vuelven emociones tóxicas, adoptamos una sensación de impotencia permanente y además, correremos el riesgo de caer en depresión.
Sentimos que no somos capaces de hacer nada bien, que valemos nada, que somos un fracaso y nos invaden una sensación de tristeza y desesperanza profunda.
Y es que, cuando experimentamos esa emoción, nos enfocamos únicamente en todo lo negativo o aparentemente negativo de lo que nos pasa.
Todos estos pensamientos los vivimos como si fueran ahora mismo nuestra realidad y dejamos de vivir el momento presente aun teniendo muchas cosas que pudiéramos estar disfrutando.
La nostalgia o melancolía tóxica es sumamente limitante, ya que quien la experimenta se siente todo el tiempo como si estuviera en un túnel sin salida.
9. Duelo tóxico
Todas las personas hemos experimentado o experimentaremos alguna vez varios tipos de pérdidas en nuestra vida.
Estas pérdidas podemos verlas en la finalización de ciclos en la vida, pérdida de seres queridos, terminar relaciones, cambios de vivienda, de ciudad, de escuela, etc.
Cuando vivimos algún tipo de pérdida, comenzamos un proceso normal que nos permite adaptarnos a la nueva situación que en psicología le llamamos etapas del duelo.
Para poder continuar con nuestra vida es necesario atravesar por este proceso y no quedarnos atascados en él.
Cuando el duelo es tóxico, la persona no lograr cerrar el ciclo. Se encuentra físicamente en el presente, pero su mente se encuentra en el pasado lo cual le impide seguir con su vida.
Le cuesta ubicarse en lo que la vida le brinda en estos momentos y no aceptar la realidad del aquí y ahora no le permiten tener una vida plena y feliz.
10. Llanto tóxico
Llorar cuando nos sentimos mal, nos permite desahogar todas esas emociones intensas que estamos experimentando a raíz del dolor y nos brinda una sensación de alivio.
Cuando el llanto se convierte en tóxico se vuelve en una respuesta inmediata a la frustración.
Es decir, cada situación por pequeña que sea, nos hace sentir tan vulnerables e incapaces de afrontarla que elegimos llorar ante todo y no dedicarnos a resolver el problema.
Cuando nacemos, el llanto es una forma de comunicar lo que sentimos como dolor, sueño, hambre, etc. Por lo que aprendemos que es una manera de que atiendan nuestras necesidades.
Sin embargo, cuando el llanto no se detiene a tiempo, con el tiempo, vamos creciendo y aprendemos a utilizarlo como una manera de manipular y conseguir lo que queremos.
Una persona que adopta este tipo de comportamiento se vuelve sumamente dependiente de los demás para que se hagan cargo de ella misma y deja de vivir una vida con sentido.
11. Culpa tóxica
Podemos sentir culpa cuando transgredimos una ley del tipo que esta sea o alguno de nuestros valores personales, siendo conscientes de ello.
Se trata de una culpa positiva que nos brinda la oportunidad de reconocer nuestros errores cuando realmente los cometemos y nos motiva a mejorar nuestra actitud e intentar repararlos.
Sin embargo, la culpa tóxica aparece cuando esta sensación de culpabilidad aparece por causas más emocionales que por haber transgredido realmente algún tipo de ley.
La culpa tóxica se produce cuando los sentimientos que la acompañan se vuelven tan constantes, intensos e irracionales que lo único que hacen es atormentar a quien la sufre.
Vivir con culpa es tener la sensación interminable de estar en deuda con alguien y/o con la vida todo el tiempo.
De hecho, es la razón por la que muchas personas no se permiten ser felices ya que sienten que ese es el precio que tienen que pagar por el error que cometieron (sea real o no).
12. Rechazo tóxico
Lo tóxico del rechazo comienza cuando hacemos todo lo posible por ser aceptados en el exterior cuando realmente el rechazo se encuentra en nuestro interior.
Las personas que experimentan esta emoción tóxica viven enormemente insatisfechas consigo mismas y buscan siempre la manera de agradar a los demás.
Esto pueden hacerlo alabándose a sí mismas delante de los demás para demostrar su valía y/o haciendo cosas que los haga sentirse “superiores” a los demás.
Cuando nos sentimos rechazados de manera tóxica somos incapaces de disfrutar y aprovechar aquello que poseemos para nuestro beneficio propio.
El foco atención deja de ser nuestra propia valía, y al carecer de ella, exigimos (incluso de forma agresiva) la validación y el reconocimiento de quienes nos rodean.
Una persona que se rechaza a sí misma será incapaz de sentirse a gusto consigo misma y su felicidad dependerá únicamente del exterior.
13. Celos tóxicos
Lo peligroso de los celos tóxicos es que no solo pueden provocar un grave daño emocional a la persona que los sufre, sino que también puede hacerle la vida imposible al otro.
Además, cuando los celos tóxicos son bastante intensos e irracionales, pueden llevar a cometer a la persona que los padece, en los casos más graves, violencia y crímenes.
Y es que una enorme cantidad de casos de violencia doméstica están relacionados con los celos que pueden terminar en crímenes pasionales.
Las personas celosas en extremo tienen tanto miedo de perder algo o a alguien porque en el fondo no se sienten merecedoras de tenerlo.
Es como si no se dieran el permiso a ellos mismos de tener y mientras continúen teniendo esa creencia siempre van a estar experimentando este tipo de emoción tan tóxica.
14. Frustración tóxica
Desde que nacemos comenzamos a lidiar con la frustración. En ese momento es tarea de los padres orientarnos a encontrar alternativas para poder desahogarla.
Cuando eso no ocurre (y no nos hacemos conscientes de ello), crecemos y podemos convertirnos en “personas difíciles especiales” que tienden a rechazar a los demás.
Sentirnos frustrados de manera crónica provoca que no estemos satisfechos con la vida que estamos teniendo, en general, con nosotros mismos y con los demás.
Cuando no toleramos la frustración, nos sentimos incapaces de lograr lo que deseamos, de correr riesgos y de afrontar los nuevos retos que la vida trae consigo.
Una consecuencia común de la frustración tóxica son las adicciones: a las drogas, al alcohol, al móvil, al internet y al juego patológico (entre otros vicios compulsivos).
Por supuesto, implica el hecho de “ensimismarnos”, dejar de lado a quienes nos rodean y, por lo tanto, dar la impresión de que queremos alejarlos o que nos dejen en paz.
15. Angustia tóxica
Ninguno de nosotros está exento de enfrentarse a situaciones en la vida que nos puedan provocar algún tipo de malestar.
Nadie se salva de sentir ese famoso “bajón” que se puede ver manifestado en una falta de ganas o decaimiento. Este “bajón” es totalmente normal y es inevitable que no nos ocurra.
Sin embargo, nunca va a permanecer en el tiempo, puede durar horas, uno o dos días, pero no irá más allá.
Cuando esa sensación de “bajón” va más allá, pasan días, meses e incluso años y nos sentimos así todo el tiempo, podemos considerarlo como una angustia tóxica.
Las personas que viven angustiadas de manera crónica pierden el control de sus emociones ya que ocupan todo su tiempo y mente en pensamientos negativos y pesimistas.
Se trata de personas que viven con un desánimo y desesperanza constante que las paralizan y viven todo el tiempo angustiadas por temor a lo que vaya a ocurrir en el futuro.
Así que jamás se van a atrever a hacer nada de lo que desean y vivirán angustiados incluso a pesar de encontrarse en situaciones favorables para ellos.
¿Cómo superar las emociones tóxicas?
Deshacerse de una emoción tóxica no es fácil, pero todo empieza por aceptar que esa emoción no nos hace bien. El “eso, él o ella, me hace sentir así” no nos vale.
Todo nos influye a la hora de pensar, sentir y actuar, pero somos los dueños de nuestro pensamiento, y este, determina nuestra conducta y al final como nos sentimos.
Expresar lo que sentimos es fundamental para liberar el estrés. Tenemos el derecho de expresar lo que sentimos y cómo lo sentimos, pero siempre de forma saludable.
De lo contrario, terminaremos por perjudicarnos a nosotros mismos o a los demás. Y para poder lograrlo, puedes poner en práctica las siguientes recomendaciones.
1. Cuida tus pensamientos
Aquellos pensamientos en los que nos enfocamos están relacionados con nuestra manera de sentir y de actuar.
Si albergas pensamientos negativos todos los días, seguramente estarás experimentando emociones negativas y por lo tanto tus acciones irán encaminadas a ello.
¿Qué tipo de pensamientos sueles tener todos los días?, ¿de qué manera están influyendo en tu manera de sentirte?
Es indispensable ser conscientes de nuestros pensamientos más predominantes y una vez identificados aquellos que nos hacen daño, tratar de modificarlos por otros más positivos.
Una sugerencia es que anotes lo que sueles estar pensando y hagas una reflexión objetiva acerca de la manera en la que puedes convertir esos pensamientos en positivos o neutros.
2. Elimina hábitos dañinos
Detecta aquellos hábitos o comportamientos en los que habitualmente incides y que te restan paz o te hacen daño. Para llevarlo a cabo puedes seguir estas pautas:
- Elabora una lista de todas las acciones, actitudes o hábitos negativos que deseas eliminar.
- Enuméralos desde el más sencillo hasta el que consideres más complicado de eliminar de tu vida.
- Crea otra lista nueva con hábitos positivos que puedes ir sustituyendo por todos los negativos.
- Comienza con aquellos que te resulten más fáciles y continúa poco a poco con los demás.
3. Aléjate de personas tóxicas
Estar rodeado de personas tóxicas aumenta enormemente las probabilidades de experimentar emociones tóxicas como las anteriormente mencionadas.
La gente con personalidades tóxicas nunca va a aportar algo positivo a tu vida, sino todo lo contrario, la mayoría de ellas solamente te compartirá sus problemas.
Por lo que, asegurarnos que estamos en un ambiente sano, lo más alejados posible de la toxicidad de los demás, nos garantiza un mayor bienestar emocional.
Si en tu caso, definitivamente te resulta imposible alejarte de este tipo de personas, ya que se trata de un compañero de trabajo, un vecino o un familiar, etc.
Lo mejor es que aprendas a establecer límites, o por lo menos distanciarte física y/o emocionalmente de ellos para que tu rutina no se vea afectada por sus actitudes.
4. Mide las emociones tóxicas
Conocerse a uno mismo resulta indispensable para iniciar cualquier cambio o transformación personal, y en el caso de las emociones no será la excepción.
Si deseamos gestionar nuestras emociones tóxicas, es crucial que aprendamos a identificar nuestros propias creencias, convicciones, sentimientos y actitudes.
Una manera de ayudarnos a lograrlo es por medio de un recurso llamado el diario de gratitud, que puedes utilizar para llevar un registro de las emociones que experimentas.
Por lo que es, recomendable que te tomes unos minutos una vez al día para anotar en tu diario todo aquello que has vivido y sentido que más haya tenido relevancia para ti.
De esta manera podrás darte cuenta de cosas que te ocurren que probablemente estabas pasando por alto.
Serás consciente de las reacciones y emociones que suelen aparecer en tu día a día que te generan malestar y a partir de ahí será más sencillo aprender a gestionarlas.
5. Ayuda psicológica
Te recomendamos realizar el test para saber si necesitas un psicólogo, la terapia es el mejor recurso para gestionar las emociones tóxicas con las que te resulta difícil lidiar.
Hay veces en las que, tenemos tan arraigados ciertos sentimientos (por haberlos reprimido durante tanto tiempo), que eliminarlos por nosotros mismos no será tarea fácil.
Por eso es importante, una vez hayamos identificado que tenemos un problema, buscar la asesoría de un profesional de la salud mental quien nos ayude a superarlo.
Siempre podremos retomar nuestra vida y restablecer nuestro equilibrio emocional, cualquiera que sea, el tipo de emociones tóxicas que experimentemos.
Con el apoyo y la guía de un experto, solucionarlo será únicamente cuestión de tiempo, paciencia y constancia para que finalmente, puedas sentirte como lo deseas.
La clave es estar dispuesto a “auto-observarse” y a conocerse más, lo cual, te resultará más sencillo, siguiendo las pautas aquí descritas para gestionar emociones tóxicas.
Recuerda que en Ayuda Psicológica en Línea contamos con profesionales capacitados en psicoterapia online, si tienes dudas o inquietudes, no dudes en consultarnos. ¡Hasta la próxima!