Incorporación de la mujer al trabajo: tabús y estereotipos
Podríamos considerar que la situación ha cambiado… que cada vez el trabajo de la mujer se encuentra en un lugar mejor y con más oportunidades, que con el tiempo se ha logrado reconocer que la mujer en el mundo laboral actual tiene un papel fundamental.
Como mencioné en el artículo: Cómo ser feliz en el trabajo, lo que debemos buscar en un trabajo es una actividad que nos llene personal y profesionalmente, que nos permita poner en acción nuestras capacidades y fortalecer nuestras áreas de oportunidad.
Por lo tanto ¿podemos estar satisfechos, como sociedad, con el lugar que ocupa el trabajo de la mujer en la actualidad? ¿Podemos decir que la mujer es libre de trabajar en lo que desea o de ocupar el empleo que merece (de acuerdo sus aptitudes y experiencia)?
Incorporación de la mujer al trabajo y Presión Social
Es cierto, la incorporación de la mujer al trabajo ha ganado terreno, y afortunadamente son muchos los logros en el campo de la legalidad; sin embargo no ha sido así en lo que respecta a la percepción social, donde muchas mujeres deben conformarse con la “gama de posibilidades” que los estereotipos sociales les adjudican.
En teoría la desigualdad laboral entre hombres y mujeres debería ser cosa del pasado, pero una cosa son los derechos expresados en una constitución y otra que la mayoría de las personas estén de acuerdo con ellos, la presión social también cuenta y cuenta mucho.
Como dijera Simone De Beauvoir, seguimos limitadas en cuanto a tener una auténtica libertad, sobre todo en lo que respecta a la percepción social, y cuando hablamos de la incorporación de la mujer al trabajo, no es raro que una mujer se sienta presionada (por sus padres, pareja o amistades) al momento de decidir el rol que desea (y merece) desempeñar laboralmente.
Por ejemplo, no es tema nuevo aquello de que el trabajo de la mujer está en el hogar, en tareas como: hacer la comida, cuidar de la familia, limpiar, barrer, lavar, ¿será que estas funciones son denigrantes?, nada más lejos de la verdad, deberían ser actividades muy reconocidas y valoradas, pero ¿por qué se siguen viendo como actividades propias de la mujer en el mundo laboral actual?…
¿Qué es la discriminación laboral de la mujer?
Se supone que hoy en día estamos en una sociedad más informada, con más acceso a la educación, y por lo tanto con menos desigualdad laboral entre hombres y mujeres, pero esto no siempre se ve reflejado en la realidad práctica.
La discriminación laboral de la mujer es un fenómeno social que restringe o excluye a la mujer para desarrollarse en un trabajo digno, diferenciándola de sus congéneres con características negativas respecto al rendimiento o resultados que puede ofrecer como trabajadora.
Aunque está por demás decir que hay diferencias auténticas entre mujeres y hombres, la discriminación laboral de la mujer se basa en diferencias ficticias, provenientes de formas de pensamiento (tabúes y estereotipos), ideas preconcebidas que no están basadas en una realidad verificada.
Los Tabús y la Discriminación laboral de la mujer
Un tabú es la prohibición implícita de hacer o decir algo por temor a las reacciones ajenas, bien sean morales, sociales, o de superstición; generalmente aquella información que todos (o la mayoría) sabe, pero que nadie se atreve a evidenciar para no ser excluido o señalado.
Es importante identificar los tabús que todavía existen sobre la incorporación de la mujer al trabajo, ya que en nuestro día a día (a veces inconscientemente), fomentamos o seguimos actitudes que abren paso a la discriminación laboral de la mujer,, y que no deberían seguir vigentes.
Al día de hoy (por increíble que parezca) algunas empresas sólo contratan:
- Mujeres con ciertas características físicas, aspectos como su atractivo o simpatía femenina, pasan por alto a sus aptitudes, experiencia o habilidades profesionales.
- Mujeres como “Asistentes”, pero con una carga de responsabilidad mayor, muchas veces actividades cruciales para la empresa, sin embrago con derechos y prestaciones de menor rango y paga mediocre.
- Mujeres sin hijos: porque una mujer con niños ya no es capaz de asumir otra responsabilidad, o bien no conviene, ya que implica ausentismos por maternidad, incapacidades, permisos especiales, etc, es decir días de paga sin trabajo.
- Mujeres solteras: la falsa creencia de que las mujeres casadas tienen menor productividad, abandonarán el trabajo si deciden casarse, o son más “problemáticas” que una soltera, por lo tanto, los empleadores son más reacios a contratarlas.
- Mujeres de “Perfil bajo”: mujeres aptas y bien preparadas son rechazadas por estar “sobrecapacitadas”, una mujer demasiado buena para el puesto es “un peligro” en la competencia por los escalafones importantes.
- Mujeres con “horario flexible”: mujeres que ante el pretexto de la “carga de trabajo” ceden a la invasión de su tiempo o espacio personal, en intentos claros de involucrarles en actividades no laborales, como socializar o filtrear con ellas.
La sociedad en general (tanto hombres como mujeres) sufrimos un grave daño al dejarnos influir por la discriminación laboral de la mujer, limitar nuestros puntos de vista nos impide disfrutar de una sociedad funcional.
Fomentar la incorporación de la mujer al trabajo
Contar con las mismas oportunidades es un beneficio para todos, por lo tanto es importante que quienes tenemos la oportunidad de estar informados sobre los derechos de la mujer, difundamos ideas de respeto y equidad; que valoremos que ambos géneros son fundamentales, que no existe algo que represente una limitación por ser hombre o mujer.
Reflexionemos continuamente sobre nuestras actitudes, sobre el papel que nosotros mismos jugamos dentro de la sociedad, con qué ideas estamos de acuerdo, con cuáles no y por qué… y sobre todo del nivel de empatía y trato que tenemos hacia la mujer en el mundo laboral actual.
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Recordemos que somos capaces de empoderar nuestras decisiones y crear nuestras propias oportunidades.